Instrucciones de alta para la radioterapia
La radioterapia utiliza rayos X u otras partículas de alta energía para destruir las células cancerosas o para ralentizar su crecimiento. La radioterapia destruye lentamente las células cancerosas con el paso del tiempo. Para hacerlo, daña los genes en las células. El tratamiento puede ser necesario durante días o semanas hasta que el daño en los genes sea el suficiente como para matar las células cancerosas. Los genes continúan dañándose —y las células muriendo— incluso después de que termina el tratamiento.
La radiación también puede dañar o matar algunas de las células normales que están cerca del tumor. Las células normales dañadas pueden repararse solas, por lo general en el transcurso de algunos días. Sin embargo, este daño en las células sanas puede causar efectos secundarios. Su equipo de tratamiento hablará con usted acerca de lo que puede esperar. Aquí se incluyen algunos de los problemas más frecuentes asociados a la radiación.
Cuidados de la piel
La piel de la zona del cuerpo que recibe la radioterapia puede irritarse, enrojecerse, inflamarse o descamarse. Esto puede parecerse a una fuerte quemadura de sol. Estas lesiones podrían comenzar algunas semanas después del inicio del tratamiento y comenzar a curarse lentamente después de que finalice el tratamiento. Pregunte a su equipo de tratamiento qué debería hacer para cuidarse la piel.
Podrían sugerirle usar un jabón suave y agua tibia (no caliente) para lavarse la piel en la zona del tratamiento. Séquese la piel con palmaditas suaves en lugar de frotarla.
Su equipo también puede recomendarle productos para humectar la piel y ayudar a prevenir infecciones. El objetivo es mantener la piel suave, sin que se agriete o resquebraje. Asegúrese de saber cuándo y con qué frecuencia usar cualquier producto de cuidado de la piel que le recomienden.
Estas son otras cosas que debe saber:
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Pregunte antes de afeitar la zona tratada.
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Pregunte a su equipo antes de usar perfume, colonia, maquillaje, talco, desodorante, almidón de maíz, crema para el acné o cualquier otro producto en la piel.
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Protéjase la piel tratada contra el sol. Pregunte a su equipo de tratamiento qué protección solar puede usar. No tiene por qué dejar de salir al aire libre. Asegúrese de tomar las precauciones adecuadas. Esta parte de la piel se volverá más sensible al sol por el resto de su vida.
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No se quite las marcas de tinta, a menos que el radioterapeuta se lo permita. No se frote ni use jabón en las marcas cuando se lave. Aplique agua y luego seque con una toalla dando toques suaves.
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Proteja la piel del frío o del calor. Evite tinas de hidromasaje, saunas, compresas calientes y compresas frías.
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No nade en agua clorada.
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No use ropa ajustada o que le roce la piel. Intente usar telas suaves y sueltas.
Cómo combatir la fatiga
La radioterapia puede producir fatiga. Hasta podría sentirse sin energía después de descansar. Su cuerpo se está esforzando por sanar y recuperarse. La fatiga puede durar por mucho tiempo después de la finalización del tratamiento. Para sentirse mejor, siga estas recomendaciones:
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Trate de hacer ejercicio liviano todos los días. Haga caminatas cortas. Estar activo puede ayudar a mejorar la fatiga.
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Trate de alimentarse bien y beber líquidos en abundancia. Pida recomendaciones a su equipo de atención médica sobre lo que debería comer y beber durante el tratamiento.
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Planifique momentos para descansar. No se exija demasiado.
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Planifique tareas para los momentos en los que suele tener más energía. Pida ayuda cuando la necesite para que pueda enfocarse en las cosas que son importantes para usted.
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Trate de dormir al menos 8 horas durante la noche. Relájese antes de tratar de dormir. Esto ayudará a que duerma mejor. Pruebe leer o escuchar música relajante.
Cómo lidiar con los cambios de apetito
La radiación en partes del cuerpo cerca de la boca, la garganta, el pecho o el abdomen puede hacer que le resulte difícil comer. Dígale a su equipo de tratamiento si se le hace difícil comer o si no tiene apetito. Es posible que lo deriven a un nutricionista para que lo ayude a planificar las comidas. También hay medicamentos que pueden ayudar a controlar las náuseas y los vómitos, si estos se convierten en un problema.
Estas son algunas maneras de lidiar con los cambios de apetito:
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Coma lentamente.
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Haga pequeñas comidas varias veces al día.
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Coma más comida cuando se sienta mejor.
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Pida a otras personas que lo acompañen cuando coma.
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Compre y guarde alimentos fáciles de preparar.
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Intente comer alimentos ricos en proteínas y calorías. Es posible que su proveedor de atención médica le recomiende suplementos nutricionales bebibles.
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Beba una cantidad abundante de agua y otros líquidos.
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Si observa que está bajando de peso, asegúrese de informárselo a su equipo de tratamiento.
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Consulte al proveedor de atención médica antes de tomar cualquier tipo de vitaminas o suplementos de venta libre. Algunos de estos productos pueden interferir con sus tratamientos.
Cómo lidiar con otros efectos secundarios
Estos son algunos consejos que pueden ayudarlo a lidiar con otros efectos secundarios asociados a la radioterapia:
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Prepárese para la caída del pelo en la zona tratada. La pérdida del pelo puede ser permanente. Hable de esto con su equipo de tratamiento.
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Si la boca o la garganta se resecan o se irritan, beba agua fría. También pueden ayudarlo unos trocitos de hielo.
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Infórmele a su equipo si tiene diarrea o estreñimiento. Quizás deba seguir una dieta especial o usar medicamentos para controlar estos problemas. Pregunte antes de tomar decisiones por su cuenta.
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Si tiene dificultad para tragar, avísele a su equipo de inmediato.
Seguimiento
Programe citas de seguimiento según le indique su proveedor de atención médica.
Cuándo llamar a su proveedor de atención médica
Asegúrese de saber qué problemas debe vigilar y cuándo necesita llamar a sus proveedores de atención médica. También asegúrese de saber a qué número llamar después del horario normal de atención, los fines de semana y los días festivos.
Llame de inmediato al proveedor de atención médica si nota alguno de los siguientes síntomas:
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Dolor de cabeza muy fuerte con rigidez en el cuello
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Problemas de concentración o de memoria
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Sibilancias, falta de aire o dificultades para respirar
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Dolor que no se alivia, especialmente si es siempre en el mismo sitio
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Hinchazón, bultos o protuberancias nuevas o inusuales
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Mareos o aturdimiento
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Sarpullido, amoratamiento o sangrado fuera de lo normal
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Fiebre de 100.4 °F (38 °C) o más, o como le indique su proveedor
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Escalofríos
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Náuseas y vómitos
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Diarrea que no mejora con el tiempo
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Piel que se abre o supura
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Dolor por irritación cutánea que no mejora con medicamentos
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